27.2.14

Insípidos.

Hay recuerdos insípidos grabados en las memorias de las dos. Determinaciones notorias, historias lejanas, almohadas vacías.

Caemos en lo mismo que evitamos. Volvemos a sentir, a mirar, a entender y calcular. 
Volvemos a escribir poemas inconclusos en nuestras mentes. Versos y palabras desubicadas. Números y letras inventadas. Aspiraciones de historias. Intentos de vidas.

Vuelves a aparecer en mi mente como un personaje ficticio. Una heroína del momento, del peor momento, de cualquier momento. Apareces, batallas, ganas y te vuelves a ir. ¿O es que has perdido, quizá? Tu uniforme es rojo, tus poderes increíbles. Tu pasión única, tu lejanía extrema. Vuelas entre cuadros cuadrados y rectangulares, entre conversaciones y onomatopeyas, entre recuerdos y angustias, entre sonrisas y caricias.

Vuelvo a caer. ¿Volvemos a caer? Tu mente me aleja, me golpea y aniquila. Me encoge y sabotea. Me hace llover, llover fuerte cual tormenta, cual incendio de agua, cual catarata encontrada, cual llanto. Llanto.
¿Volverías a caer? Cierro los ojos y no estás. Abro los ojos y no estás. Duermo, respiro, como, vivo y no estás. ¿Alguna vez habrás vuelto a caer? 
La mente poderosa aún graba esos nuestros recuerdos insípidos. Así como queridos, odiados, adivinos, lindos, agobiantes, estimulantes, amorosos. Amorosos. Amorosos. Fueron.

Los recuerdos lo son porque no son presente. Y quien se ha de acostumbrar soy yo. Y mi mente. Tan presente, tan cojuda, tan retraída en sí. 
Hay recuerdos insípidos... Borrados de las memorias de las dos.

Hay un gato...

Hay un gato atrapado en la lluvia. Le mía, la mira, le llora y adora.
Hay un gato atrapado a la luz de la luna. La mira, le asfixia, le gruñe, la hunde.
Hay un gato atrapado a la mitad de la noche. Le tose, la roza, le grita, la humilla.
Hay un gato en un bosque, en la lluvia, en la luna, en la noche. Un gato que maúlla y llora, gruñe y grita, y se hunde mientras se humilla, mientras se moja, mientras se encoge.
Hay un gato atrapado en su mente. En su aparente mente, en su desesperada mente, en su ridícula mente.
Hay un gato que desaparece. Como olvidando la lluvia, como olvidando la luna, como olvidando la noche y todo eso a lo que maúlla.
Hay un gato no se merece. Que se enfurece, que se tuerce y endurece. 
Hay un gato que se va, dejando huellas atrás, pasos marcados, maullidos entonados.
Hay un gato que se fue. Arañando el futuro, partiendo duro, un caminante más para el camino con el único final seguro...