4.10.09

Sangra Impotencia

"Le aturdían las cosas. Como un mosquito en la oreja que no deja de zumbar, como una aguja en la piel que inca lentamente cada vez más. Todo le jodía. El dinero se hizo cómplice de sus depresiones, de sus arranques de ira, de sus nudillos sangrando y de sus ojos con lágrimas. La impotencia de no poder hacer lo único que quería por una falta del principal elemento de nuestra sociedad consumista le hizo derivar pensamientos en ataques de rabia, frenando el carro justo antes de poder golpear a la mosca, como cuando lanzas ese puñete a la pared y a menos de un centímetro del golpe lo paras. Esa energía acumulada en el puño regresa en uno sólo para no causar estragos. Como un agujero negro, todo se lo traga. Todo se lo queda. Todo, hasta aquello que no quiere.
Se desenvuelve en lágrimas y en llantos, en puños y batallas mentales, en rabia y desgano. Se desenvuelve en sufrimientos y tonos sarcásticos, en ver la vida con ojos de aquel que ha sido engañando, de ese perdedor que lo tenía todo y ahora lo perdió. Se desahoga tratando de limpiar pensamientos, pero aquella escoba ya no limpia, esa aspiradora ya no aspira, y el mango de aquella brocha sólo sirve para golpearse la cabeza una y otra vez hasta que sangre, hasta desaparecer.
No puede controlarse, en su mente sólo divaga la misma frase de 'las cosas malas le pasan a gente buena', y se queda preguntando un vez más.. "¿Tal vez, no sea yo gente buena?" Y se excusa en ello para pensar en matar. Se excusa en ello para poder decir que el golpear está bien. "No soy gente buena" Se excusa en ello para poder en su mente aniquilar lo que no le gusta, ir de una forma violenta e imponente a desarrollarse como lo que es, no gente buena.
Con el cuchillo en las neuronas, con la pistola en la sangre, con el puño en los huesos; se desvela una y otra noche buscando el punto débil, buscando el momento exacto donde el puño ya no se detenga a un centímetro de la pared para no dañarla. Esperando ese segundo donde el mundo se termina de partir en dos, donde los nudillos terminan sangrando otra vez, porque las incontables veces pasadas el dolor no sanó, el dolor no sanó en ese momento y no sanó después. ¿El dolor sanará ahora? Ahora ha de sangrar más. Ahora ha de romper más. Ahora ha de quebrar y llorar en el desenfreno por poder gritar. Ahora ha de sentir una vez más que la impotencia no se puede controlar. Ahora ha de destruirlo todo para volver a comenzar.
Hoy los nudillos quieren sangrar.
Y su mente está perdida. Está perdida y no la puede encontrar. Está impotente frente a esa pared, que no se quiere quebrar. Sólo queda roja, roja de su sangre, roja de su ira, roja de toda su angustia y tristeza. Roja, como ha quedado toda su mano, rota y dolorosa. Rojo, como ha quedado todo su pasado, roto y doloroso.
Porque parece que nada nunca fuera a cambiar."