4.7.09

Ese Pecado

"Necesitaba un poco de agua. La noche les había secado la garganta y esos vasos de sangría ya se habían quedado cortos. Había sido un día gris como cualquier otro de Lima, y se apresuraban rápidamente a desaparecer cualquier rastro de haber bebido, había llegado la madre a la casa.

Era la segunda vez que se encontraban, en ese rincón de seducción y confusión; se destinaban a encontrarse una vez más entre los brazos, besos y el infaltable alcohol, que en un segunda ronda las coronaba de pecadoras. El mundo desapareció tras acabarse la sangría en treinta minutos, y sólo fueron las caricias y los besos quienes formaron parte de su realidad.
La cama estaba hecha, pero se tuvo que rehacer al acabar la jornada. La laptop estaba prendida y el común chat del ciberespacio moderno estaba abierto y nadie hablaba, o tal vez sí, pero hacían caso omiso a cualquier actividad del mismo. La televisión estaba prendida, pero ninguna recuerda qué era lo que supuestamente estaban observando. Las cortinas cerradas, porque aquellos que suelen vivir a los lados eran, muy de vez en cuando, lo que algunos llaman de sapos. La noche era linda y la luna estaba llena, tenían tiempo y lo supieron aprovechar.

La excusa del aburrimiento de la tarde fue siempre la mejor elección. Una casa sin padres y dos vidas en confusión. Era la velada perfecta para poder entrar un poco en acción, bajar el estrés de una vida de universitarias y poder dar cabos sueltos al estado eufórico de la excitación.
El alcohol como gran estimulante, había ya comenzado a hacer su principal efecto; el resto de travesías se quedaron grabadas en la mente de ambas, quienes de una forma sutil supieron sobrellevar de la mejor manera aquellas sensaciones que por primera vez llegaban a sentir en sus cuerpos.

Todo era húmedo y caliente. Sólo sentían el rozar de la piel y la fricción de los labios. Sólo sentían la fricción de la piel y el rozar de los labios. Sólo sentían el cosquilleo de una pasión encerrada, que con cada centímetro más de piel que se tocaban incrementaba hasta llegar a estallar. Parecía que iban a estallar. La pasión y el calor se apoderaron de sus mentes, la excitación y la humedad fueron ahora su única realidad; la fricción y los sonidos fueron lo único a su alrededor. Se volvieron una persona. Sus mentes se volvieron una sola mente. Su piel se volvió una sola piel. Y sus cuerpos se fusionaron en un solo sentimiento.

Los rayos de la luz de la luna cruzaban lentamente los espacios de aquella cortina. Y con la iluminación de la noche, aquella dulce jornada comenzaba a llegar a su fin.
Un sonido o dos, despertaron en ellas a aquella responsabilidad de sus actos. Eran los padres, habían llegado. Ella no debería de haber estado ahí. ¿Qué iban a decir? Tenían que correr, tenían que desaparecer. Las pieles se separaron y cada mente regresó a la suya. Entre correríos un beso final antes de bajar las escaleras. "Buenas noches señora, ya me estoy yendo". Concluyendo la noche más especial de todas. Aquella noche donde la confusión se iba de las memorias, dando paso a la única seguridad de sus sentimientos. El pecado coronado por aquél ocurrente destino."


Texto: Mi mente